jueves, 24 de marzo de 2011

Dulce voz

De aquel amor puro y profundo únicamente conserva ilusiones y sueños. Habían pasado los siglos sin dar a conocer aquel sentimiento que comenzaba a transformarse en enfermedad terminal. Sólo vivía atento a la llegada del atardecer, el momento del día que le permitía  escuchar esa dulce voz. Una tarde de otoño, mientras llovía a cántaros, sintió un susurro suave en sus oídos. De inmediato, despertó.

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