sábado, 2 de junio de 2012

Madurez

Durante 20 años, Wilmar esperó de la vida una segunda oportunidad. Aunque siempre pensó que en la primera no había contado con suerte, con el paso de los años entendió que le había faltado madurez para aprovecharla. Siempre le decía a sus amigos en tono lacónico que la vida es una película que nunca tiene replay, pero aguardaba un momento de lucidez para repetir sus experiencias de juventud. Cuando menos lo esperaba, cuatro lustros después y por pura casualidad, la vida lo puso a repetir. Sin embargo, Wilmar consideró que ya era demasiado maduro para hacerlo y dejó pasar aquella nueva opción. 

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