viernes, 16 de marzo de 2012

Lucero

Su menuda figura hacía rima con su apellido. Tenía un acento costeño, adoptado en sus 5 años como promotora comercial en Barranquilla, con el que llenaba todos los rincones de la cafetería que frecuentaba. Sus curvas eran tan peligrosas como las de la estrecha calle que conduce al barrio alto en el que ha vivido desde niña. Era una mujer mal empacada, pues tenía una personalidad y un corazón que no cabían en su pequeño cuerpo. Tal vez fue esa la causa para que un día, luego de una dura discusión con Giovanny, se reventara por dentro. Desde entonces, no se sabe nada de ella, pero su espíritu impregna el aire, y cada que alguien respira siente la sensación de que la está oliendo.

lunes, 12 de marzo de 2012

Amor de bits

Juan David tenía los dedos ampollados de tanto usar la comunicación vía pin; era un joven corto de palabras, enseñado a decirlo todo con menos de 140 caracteres; su mejor gesto era un emoticón que sonreía, y la única actividad social que tenía se limitaba a sus etiquetadas en el face. No cabe duda, era un hombre postmoderno. Una noche, desde la ventana de su cuarto, vio pasar por la calle a la mujer que por primera vez le despertó sentimientos reales. Quiso amarla, pero nunca encontró la clave para acceder a ella.

martes, 6 de marzo de 2012

Decisión ejecutiva

Juan Andrés era un ejecutivo exitoso. Joven, soltero, con un buen capital y un reconocimiento público amplio. Realmente era muy bueno en los negocios. Trabajaba en una de las compañías de telecomunicaciones más importantes del continente. Allí, diariamente tomaba whisky y decisiones importantes. Su único pecado fue dejar que las tareas cotidianas se le convirtieran en problemas complejos. Una noche, en una reunión de una de tantas juntas, cuando quiso confesárselo a su jefe, entendió que su pecado era mortal. Aquella noche, desapareció.