martes, 17 de julio de 2012

Sin rumbo alguno

Federico salía a trotar todas las mañanas. No tenía ruta definida. Recorría cualquier calle, carrera o autopista hasta sentir el cansancio. Cuando estaba exhausto, simplemente detenía su paso, tomaba un taxi y regresaba a su casa para bañarse y salir rumbo a su trabajo. Así lo hizo durante los 26 años que estuvo vinculado a su empresa como auxiliar de contabilidad. El viernes fue su último día en la oficina, pues la carta de jubilación le llegó hace un mes. Ayer lunes intentó salir a trotar; pero esta vez no supo qué camino coger.

domingo, 15 de julio de 2012

Desenlace

La vida le había enseñado a esperar con paciencia: para terminar sus estudios tuvo que postergar varios semestre mientras solucionaba asuntos económicos; para conseguir un trabajo digno tuvo que pasar primero por bares y cantinas en oficios de mesera; y para conseguir el amor de su vida tuvo que aguantar primero numerosas decepciones y engaños. La paciencia que no tuvo de joven, la adquirió como virtud gracias al paso de los años y de las contingencias de su vida. Por eso, aquella tarde que salió de la cita con el oncólogo decidió esperar con calma el desenlace anunciado. Han pasado 16 años, y ella sigue apoltronada con resignación.