martes, 24 de diciembre de 2013

llamada de navidad

Era la novena llamada de su madre para desearle una feliz navidad. En siete de ellas, le había dejado un mensaje en el contestador, casi con las mismas palabras, como si siguiera un libreto rígido. El estilo de trabajadora de call center no lo había perdido pese a la distancia, a los cinco años de estadía en el exterior, a  su nueva vida de dama londinense, a los siete años que habían pasado desde que trabajó en su país en una línea telefónica de cobranzas bancarias y a que esta vez de trataba de un asunto familiar.  

Eran las seis de la tarde y Cesar seguía tirado en su cama, borracho, desnudo y con el corazón frío y deshabitado. Nada, ni las llamadas de su madre, ni la llegada de la noche, ni la música de navidad que se escuchaba más allá de los muros de su casa, ni las luces que empezaban a encenderse en el parque que queda justo al frente de su ventana, ni la nostalgia por los amores perdidos lo hacían reaccionar. Solo estiraba su mano para darle click al mismo botón de play que le dejaba escuchar los mensajes grabados. "Hola Cesar, soy mamá. Sé que no quieres contestarme, sé que no quieres saber de mi. Sé que la razón te asiste. Después de tanto tiempo, solo quería desearte una feliz navidad. Solo eso". 

"¡Solo eso!", exclamó Cesar después de escuchar el mensaje por vigésima ocasión. Se puso en pie, miró por la ventana, destapó otra botella, se tomó un trago e hizo cuentas: en Londres deberían ser las 2 de la mañana y seguramente estaría nevando. Tomó el teléfono e hizo la llamada que en las últimas cinco navidades había querido hacer.   

martes, 17 de diciembre de 2013

Pendiendo de un hilo

El péndulo se movía en todas las direcciones. Yo sabía que en una de ellas se trazaba mi destino. Mientras la pitonisa advertía que había perdido mi atención en sus palabras, yo esculcaba en mi memoria los vagos recuerdos de la novela de Eco que nunca terminé de leer y evocaba las clases de Física 2 de mis épocas de estudiante de ingeniería. El péndulo oscilaba al mismo tiempo, a la misma velocidad y en las mismas direcciones que las imágenes mentales que llegaban en mi ayuda. Pasaron varias horas y mi mente paseó por muchos escenarios. La mujer aquella siguió hablando pero su voz se perdió en un tercer plano en el que se hizo imperceptible. Solo un grito lanzado con rabia angustiosa me sacó de aquella estado de inercia: "¿acaso no se da cuenta que el péndulo paro hace varios días y que su vida solo pende de un hilo?".   

martes, 10 de diciembre de 2013

Cambio de estación

El viernes había sido un día de absoluto silencio. Llovió e hizo mucho frío. Para muchos, fue el cierre de una temporada invernal más; para Juan fue un extraño día de nostalgias y sollozos; uno de aquellos días de soledades necesarias y turbios recuerdos. Vio caer la tarde desde el patio, acostado en él y recibiendo en su cara cada gotera como si fuera una cachetada del pasado. En la noche, vagó por los callejones del barrio viejo cercano a su casa, compró una botella de vino casero y se embriagó hasta perder la noción del tiempo. Cuando despertó, ya había entrado un fuerte verano. 

domingo, 8 de diciembre de 2013

Paseo en la noche

Su único vicio era recorrer la ciudad en las noches. Con el paso de los años había creado una extraña dependencia a las vacías avenidas, a las soledades de su metrópoli y a esos confusos silencios que en cualquier esquina explotaban en una alborada de ruidos. 

En sus paseos semanales se combinaban fácilmente la música de las discotecas con las sirenas de las patrullas, los pitos de los carros, los gritos de los agredidos, las voces de los taxistas y los susurro de las vendedoras de sexo. 

En aquellos habituales paseos veía la ciudad nocturna llena de conductores borrachos, la miseria del desterrado en su máxima expresión y todos los vicios del mundo potenciados por la tiniebla y el frío del amanecer.  

Cada vez sus recorridos se hicieron más frecuentes y necesarios, hasta el día que su madre, angustiada por su deterioro, lo internó en la la clínica del sueño. Seis meses después le habían curado aquel sonambulismo severo.