Mostrando entradas con la etiqueta Julián. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Julián. Mostrar todas las entradas

martes, 27 de agosto de 2019

Un viernes en la mesa del rincón

Carolina terminó su último trago de cerveza justo cuando el disco de Mariah Carey llegó a su final. Ambos entendieron que era hora de regresar. Estaban a casi dos horas de la ciudad y la noche empezaba a caer. Cuando se despidieron, Julián le prometió que la llamaría el viernes. Nunca lo hizo. 

Carolina lo volvió a ver dos años después, en un restaurante de la zona rosa. Julián estaba cenando con Mary, la compañera de trabajo de Julián de la que ella siempre tuvo celos y de la que Julián siempre decía que era demasiado gruñona con él. Estaban en la mesa del rincón. Le causó mucha gracia ver que se dieron un beso apasionado, antes de que ella pagara la cuenta. Era viernes. 

sábado, 10 de agosto de 2019

Mentiras en el parque

Los parques están llenos de falsedades: la señora que finge cuidar a su niño mientras se ocupa de cosas banales en el celular, los chicos que simulan hacer deporte mientras arman sus baretos para darse un vuelo, los enamorados que  se dicen palabras lindas para ocultar sus deseos desenfrenados y las palomas que se muestran dóciles y tiernas mientras cagan todo lo que sobrevuelan. Justo en el parque fue donde se conocieron Julián y Liz. Él le habló de su profesión de docente y ella de sus estudios avanzados en historia. Él, del encanto por los perros. Ella, de su pasión por los aeróbicos. Hablaron de fútbol, de las hamburguesas, del rock y de lo mucho que les gustaba ir al parque al final de la tarde. Bastaron tres encuentros para  descubrir que estaban hechos el uno para el otro. Necesitaron solo dos meses para descubrir que el mundo está lleno de mentiras, como los parques. 

sábado, 23 de abril de 2016

Amor de ficción

El amor entre Diana y Julián se alimentaba de cuentos. Él, agente viajero que vivía entre aeropuertos y hoteles, le escribía ficciones en cada rincón del mundo en el que lo cogía la noche. Ella, destacada docente universitaria de física cuántica, imaginaba aquellas historias cada noche mientras miraba el mapamundi de su agenda y ubicaba su destino. Los cuentos de Julián estaban escritos a mano en hojas sueltas, en cuadernos sin ningún orden, al respaldo de volantes comerciales y en algunas servilletas. Él los escribía para Diana, pero ella le pidió que nunca se los enviara.  Imaginar sus textos, las situaciones que en ellos se planteaban y sus finales inesperados; incluso, imaginar a Julián escribiéndo para ella en un cualquier rincón del mundo era la forma que había escogido para alimentar a diario aquel amor de ficción.