martes, 15 de diciembre de 2020

Las 11 menos 3

Martín terminó de escribir el texto el lunes en la noche a las 10 menos 5. No fue fácil. Una página le había llevado varias horas y el relato completo todo el fin de semana. Imprimió a la carrera, bajó por la moto y a pesar de la intensa lluvia salió raudo por la calle 56. Media hora después estaba en la casa de Estela con las seis páginas impresas. Ella le había prometido esperar esas líneas antes de tomar cualquier decisión. Estaba en el mueble, a media luz, mirando por la ventana hacia el colegio vacío. El saludo fue más frío y más tenso que aquella noche de noviembre. Eran las 11 menos 30. 

Estela recibió el escrito, se puso los lentes y encendió la lámpara que estaba al lado del sofá. Martín se hizo en un rincón de la sala, sintiéndose un extra en la escena, se sentó en un mueble pequeño y decidió esperar con la poca paciencia que le quedaba después de luchar con cada línea de la escritura. Le sorprendió que ella no se mostrara trastornada. Después de leer, plenamente metida y absorta en el texto, ella levantó la mirada, suspiró profundamente, y soltó solo una frase mientras doblaba las seis hojas y las metía en una gaveta: "no me llena". Lo corto de la expresión, más que su contenido, le llenó la cara de desencanto a Martín. Sintió una gran desilusión. Eras las 11 menos 5. Tenían un acuerdo: si él lograba plasmar en el texto los sentimientos que ella le había expresado a lo largo de cuatro años, se quedaba. "No tienes por qué preocuparte", le dijo ella. "Fue lo que acordamos". Eran las 11 menos 3.