sábado, 2 de abril de 2022

Los planes inundados

Fue una conversación que vació todos los recuerdos del pasado. Se habían encontrado por casualidad a las 4:00 de la tarde cuando Isadora entró al café con su jefe para tomarse un tinto antes de irse para su apartamento. Vicente estaba allí desde las 2:00, se había tomado dos expresos y ya iba en la mitad de la revisión de un texto que estaba corrigiendo y que nunca terminó. El café cerraba a las 10:30 p.m. y todavía les quedaban dos tragos de vino en la botella, ninguna historia por contar y muchas explicaciones por entregar de parte y parte. Justo en ese momento aparecieron los silencios. 

Para Isadora había solo dos opciones: desaparecer o asumir que el tinto con el que cerraba la jornada todos los días jugaba a su favor por primera vez en siete años. Para Vicente la situación estaba más clara: su curiosidad de ahora era más fuerte que sus miedos de siempre. Ella hablaba con los ojos e insinuaba con sus sonrisas; él sacaba todos sus interrogantes con las manos mientras la miraba con sutileza. Vicente se ofreció a llevarla, pero Isadora se negó. La culpa que tenía guardada en su piel y que había heredado de la férrea formación católica de sus padres la atacó repentinamente. Los silencios fueron mayores.    

Cuando salieron a la calle, los recibió un fuerte e inesperado aguacero. Bastó una última mirada para entender que los planes imaginados por Vicente habían quedado inundados. 

1 comentario:

  1. Uyyy ni mandado hacer , con este invierno pues Vicente quedaste inundado. Excelente para la Ocasión. Un abrazo amigazo . Tengo que buscar que número es que es este . Profe o me pastelea ?

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