Arturo siempre revisaba el Facebook. Lo hacía religiosamente todos los días en la mañana antes de salir a trabajar. Su empleo en el banco era rutinario y sin mayores emociones. Todos los días contaba cantidades de dinero que no era suyo. Lo uno se le parecía a lo otro. En el Face, leía todo tipo de historias y vivencias que no eran las suyas. Hoy Felipe se levantó temprano, cerró su cuenta, imprimió su carta de renuncia y decidió irse al mar.
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