Camila nunca había esperado una llamada con tanta ansiedad. Miguel le
había prometido comprar una Sim Card y comunicarse con ella justo cuando
regresara al país para "concretar todo". El vuelo, según le contó
Julio, el hermano de Miguel, debía haber aterrizado a la media
noche.
Eran las 6:00 de la tarde. La intranquilidad vivida a lo largo del día
la había obligado a tomarse nueve cafés. Estaba acelerada. Al fin y al cabo,
caviló en medio de la angustia, a los cuarenta y tres años de edad ya no solo
es urgente resolver el amor en la piel sino también en el bolsillo y en el
corazón.
Por segunda vez en su vida se le había avivado la esperanza de que la
casualidad de conocer a alguien se transformara en una relación estable y
"para toda la vida". La primera vez, con Alberto, todo terminó en una
ilusión. Después de 5 años de relación, hicieron todos los planes de la boda,
contrataron el salón, hicieron la lista de invitados y hasta compraron los
vestidos, pero una semana antes de la fecha fijada él prefirió irse a Panamá de
urgencia con la excusa de la enfermedad de su hermana. Nunca regresó.
Esta vez sentía que con Miguel iba a ser diferente. Se conocieron en un
bar de rock en la calle 29. En los primeros dos años, vivieron con intensidad
muchas noches de rumba, moteles, música y alcohol. Después, cuando él comenzó a
estudiar su maestría pasaron a una vida menos convulsionada donde abundaron las
conversaciones y los diálogos largos de corte filosófico en el balcón del apartamento
de él. El sentimiento de culpa en Hegel, el existencialismo de Heidegger, la
metafísica de la muerte y el amor mirado por la filosofía desde Platón hasta
Barthes. Camila era una abogada recién graduada, pero tenía un gusto particular
por la filosofía cultivado en múltiples lecturas y varios podcasts. Después del
grado de él, y antes del viaje de él a España, para su último año del doctorado,
hablaron del futuro y de los planes para hacer una vida juntos.
Antes del viaje vivieron noches tiernas y llenas de amor. En los últimos
dos meses, las videollamadas diarias habían adquirido un tono de discusión y
pelea. Camila reconocía que el instinto que había desarrollado como
abogada para interpretar los casos a la luz de las leyes no le servía para nada
en asuntos del corazón. A las 10:00 p.m. no se aguantó más y le mandó un
mensaje de audio a Julio, preguntándole si sabía algo de Miguel. La respuesta
llegó a la media noche: "llegó, pero se ocupó en otros
asuntos".
Esa noche tuvo un sueño extraño del que despertó con la certeza de que
el amor con Miguel no tendría cabida ni en la piel ni el alma. Por
segunda vez en su vida la ruta de la existencia fue totalmente opuesta a la de
sus anhelos.