El camino era largo. No tenía una sola recta. La carretera era plana, de tierra, estrecha e irregular. Siempre igual. A veces daba vueltas en u y parecía devolverse. A José le encantaban esos tramos, porque estaba convencido de que solo cuando daba la vuelta él descubría sus culpas y sus pecados. Él avanzaba rápido hacia la pequeña vereda de la que había salido hace 17 años, y en esos tramos extraños en que el camino parecía devolverse daba pasos lentos. Repasaba sus miedos y encontraba sus lados oscuros. Cuando la vía lo mandaba hacia el otro lado volvía acelerar. Quería llegar pronto. Tenía mucho que contar, pero también quería devolverse para ver sus fantasmas. Hacia adelante estaba lo seguro: volver a la tierra, encontrar su familia y quedarse allí para siempre. Hacia atrás estaban sus misterios, sus bajezas. Algo lo halaba hacia adelante, pero muchas cosas lo amarraban atrás. Corrió rápido y caminó lento. Cuando cayó la noche ya no sabía cuál era el camino correcto, si adelante o atrás.