Cada que su equipo perdía, su vida se volvía un drama. Maldecía, se malgeniaba, peleaba con otros hinchas, bebía como loco y luego se drogaba. Al otro día, aunque él no se acordaba de nada, sus amigos le recordaban el resultado. Para evitar las burlas, se encerraba en sí mismo, se aislaba del mundo, desconectaba las noticias y se dejaba atrapar por 4 o 5 películas de acción sucesivas en las que no se mostrara un solo balón de fútbol. Esa fórmula le dio resultado siempre, hasta el día en que quedó atrapado en medio de uno de uno de esos tiroteos extraños, en una de sus películas, en las que solo sale vivo el protagonista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario