domingo, 6 de octubre de 2013

Reclamos...

Luisa siempre creyó que la vida la había engañado. A sus 16 años sentía que merecía ser una mujer inteligente y querida por sus padres. Su salud empeoraba al mismo paso que la condición económica de la tía abuela que se hizo cargo de ella, luego de haber sido rechazada por cuatro familiares más. Pensaba que su madre no tenía que haber muerto cuando ella apenas era una niña y que su padre no tenía razones para haberla abandonado. Le reclamaba a todos su derecho a ser una mujer feliz. Con el paso de los días, frente al televisor, viendo los realities, entendió lentamente que hay que hay vidas peores, y que la cercanía de la muerte elimina los rencores y el dolor.

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