jueves, 14 de marzo de 2024

Lectura entre líneas

En la sala de la cabaña, la chimenea estaba encendida desde las 5:00 de la tarde. El frío era tan fuerte que no quisieron seguir caminando la ciudad en invierno, como se lo habían propuesta cuando programaron el viaje. Converesaron frente al fuego hasta que a ella se le empezaron a cerrar los ojos. 

Se la habían pasado hablando de "autores universales", una categoría imprecisa que les permitía debates eternos. Carla insistía en que Kafka tenía que estar encabezando esa lista y Martín no paraba de discutirle que nunca habría argumentos para ponerlo al lado de Hesse, de Poe, de Dickens o incluso de Hemingway. Ella insistió con el argumento de que el alemán fue pionero en la mezcla del realismo con la ficción y Martín le alegó que un escritor tan perfeccionista y obsesivo se vuelve muchas veces inentendible para muchos tipos de público. Se pasaron horas discutiéndolo hasta que el tema estuvo agotado sin llegar a ninguna conclusión. 

Hablaron de autores, de textos y de géneros. Casi a la media noche,  mientras la nevada arreciaba afuera, a Martín se le ocurrió plantear el tema del invierno en la literatura. Carla ya había recostado en el mueble, pero escuchó atentamente el resumen copioso que él hizo de "la tormenta de nieve" de Tolstoi, después de algunos apuntes que ella aportó sobre "Orlando", de Virginia Woolf. 

Aunque la madera encendida en la chimenea iluminaba con una luz tenue toda la sala y le daba un ambiente romántico a la escena, contrario a sus otros viajes por el mundo esta vez la intelectualidad había superado la sexualidad que ambos se despertaban. Martín pensó sin decirlo que el invierno no solo se había apoderado de la conversación sino de sus cuerpos. 

Ella tuvo la mente clara hasta que la empezó a atacar el sueño y él firme intención de seguir conversando hasta que se le atravesó la idea de que el fuego entre ambos había desaparecido. Un silencio largo se apoderó de la sala.

- "Ya te estás durmiendo", dijo él. "Discúlpame por extender la conversación. La verdad, me genera un placer intelectual hablar de libros. Duerme tranquila, que ya es tarde".  La tomó en sus brazo, la llevó a la habitación y la acostó en la cama entre edredones, cobijas y almohadas. Regresó a la sala y agregó en voz baja: "tarde no; es demasiado tarde... para los dos". Esa fue su lectura. 

2 comentarios:

  1. Uyyy que lo pone a uno a pensar , me puso a pensar y de verdad que esta muy interesante . Que esa mente y esa creatividad siga iluminando más cuentos para nosotros que tanto lo disfrutamos. Bendiciones JJ.

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  2. JJ, muy buen relato y mejor final. Excelente.

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