sábado, 9 de marzo de 2013

El el centro comercial


Siempre que iba, perdía una tarde entera mirando vitrinas, hablando con señores de la tercera edad que se quejaban de la vida, preguntando precios y tallas de prendas de vestir que nunca compró y sentándose en los muebles de cuero que había en algunos de sus pasillos. Era un ritual al que nunca faltaba. 

Los sábados y los domingos de todas las semanas, todos los meses y todos los años los pasaba allí. En semana, trabajaba todo el día en una oficina del estado y en las noches veía la televisión en la soledad de su casa.

Así vivió hasta jubilarse y darse cuenta de que ya solo iba a su centro comercial a quejarse de la vida. Desde entonces, hay un ejecutivo que lo extraña los fines de semana en los muebles de cuero del pasillo.

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