El primer café se lo tomaba a las 5 de la mañana y siempre tenía efecto literario: le traía a la memoria al Coronel de Gabo esperando eternamente el anuncio de su pensión.
En muchas cosas, su vida se parecía a la de la novela que tantas veces leyó: el café, la pobreza, la monotonía y la espera de una noticia que nunca llegó. Eso sí, había una diferencia fundamental: a él lo habían mandado a comer mierda antes de empezar a tomar café.
Que bueno hacer una pausa activa en la jornada laboral deleitándome con su literatura: Corta, precisa, pero nunca vana...
ResponderEliminarMil gracias Daniela. La idea es que cada historia esconda su cuento.
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