El primer jueves que la vio sentada en el aula creyó vivir un "deja vu". La sensación se repitió muchas veces cuando se la encontró en otros espacios. Solamente el sábado que la tuvo al frente en una jornada de capacitación entendió que no se trataba de un recuerdo sino de un sentimiento que le inquietaba bastante y el cual quiso ignorar por un tiempo. La vida laboral los hizo coincidir nuevamente una tarde en medio de un verano hermoso. Ese día se cruzaron en una mirada que nunca se quiso borrar. Se enojaron, se distanciaron y se dejaron de hablar por años. De nada valió. La marca se había hecho tatuaje y se quedó en la piel de ambos para siempre.
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