Llevaba dos horas en el mismo consultorio de los últimos ocho meses. Salió para tomar aire y se encontró con el invierno. En los carros, los parabrisas funcionaban a tope. En la gente, los paraguas escaseaban. Era el primer aguacero que le tocaba después de tantas sesiones con el siquiatra. Salió corriendo hacia el parque. Luego, ya emparamado, tomó la ruta hacia la estación del metro. Después, hacia ninguna parte. Tenía la sensación de que todo ese tiempo donde el doctor había sido para hablar de Andrea y no de él. Estaba irritado. No paró de correr hasta que cayó la noche. Llevaba 32 miércoles visitando a un especialista que lo único que hacía era escucharlo. Y ya llevaba 6 horas corriendo. Estaba perdido y estaba furioso. No se puede hablar tanto tiempo de una mujer que solo habita en la mente.
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