La conversación no fluía. Había llegado abril con sus lluvias y la tarde comenzaba a caer. El viejo bar, frecuentado solo por ancianos que tomaban tinto, estaba lleno. Juan David y Mariana daban la sensación de ser los nietos angustiados de alguno de los presentes. Las frases de él no encontraban sentido. Las miradas de ella no tenían destinatario. Estaban incómodos. Divagaron, hablaron cosas sin sentido y estuvieron desorientados durante casi una botella de vino. Mariana guardó un respetuoso silencio que duró dos eternos minutos. Se puso de pie como pudo y le propuso a Juan que salieran del bar. Llovía mucho y corrieron hacia el carro de Juan. Los vidrios estaban empañados y ellos, mojados y felices. La angustia se convirtió en una sensación acogedora.
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miércoles, 18 de marzo de 2020
jueves, 8 de agosto de 2019
Ataques de angustia
La zozobra le añadía a aquellos encuentros el descaro que a veces necesita el amor, pero esta vez todo tenía un aire especial. Era noviembre y llovía. La conversación no fluía más allá de algunas ideas cortas e inconexas. Las acostumbradas historias cargadas de detalles le dieron paso a pequeñas historias simples y sin decorado. Estaban sentados en el viejo bar. En las mesas de los lados solo se veían pocillos de café vacíos y algunas migajas de cualquier pastel.
Carlos sintió un dolor en el pecho que le recordó el diagnóstico cardíaco recibido hace apeas dos días. Lina lo miró fijo y sin preguntarle nada le sacó una respuesta: "ataques de angustia. Eso fue lo que me dijo el doctor. Es lo que tengo", balbuceó mientras sonreía.
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