Nunca antes me habían callado de esa forma; nunca antes me habían agredido en un momento tan ceremonioso; nunca antes me habían cortado mis palabras. Aquel barrista del cabello largo y figura de líder universitario de los años 60 lo hizo; gritó a todo pulmón en medio de mis palabras. En aquel momento, sin darme cuenta, mis palabras saltaron en silencio y sin elevar su tono, conservaron la fuerza de su contenido. Las de él salieron con fuerza y se perdieron en el espacio; las mías están retumbando en los oídos de los asistentes.