María Elena tenía la capacidad única de meterse en el cuerpo y la mente de sus amigas, mientras veían una película o compartían un café. Nadie lo notaba, pero ella vivía en carne propia, diariamente, las angustias de las demás. Sabía de los problemas económicos de Angélica, de la drogadicción de Érica, del alcoholismo de Patricia, del maltrato físico que recibía Andrea de su esposo y del que le propinaba Daniela al suyo. En silencio, sufría por las demás. Un día decidió confesarles el poder que tenía. Desde entonces, se terminaron las tardes de café y las noches de película; ya todas sus amigas sufren en silencio por ella.
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jueves, 28 de marzo de 2013
lunes, 2 de enero de 2012
La cosa política
La doctora Restrepo tenía un particular estilo político para hacer todas las cosas: hablaba, prometía, negociaba, cuadraba comisiones y finalmente sacaba provecho para sí. Julián, hombre con mente de campo pero con cuerpo de ciudad, la conocía muy bien. Por eso, al llegar a aquella cita, se hizo en un rincón de la oficina y guardó un silencio absoluto que pareció eterno. Al cabo de tres horas, la doctora creyó que estaba hablando sola, y terminó la reunión, según ella, porque no quería enredarse a sí misma.
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