La duda duró un instante corto; pero la sensación de estar en suspenso se hizo larga para Emilio. Él no quiso moverse, permaneció mudo, para no romper la duración de ese momento. Para él ya era mágico estar viendo en el contraste claro oscuro de su teléfono a la doctora de sus sueños. Hubiese sido una sensación eterna, con los astros jugando a su favor, si Dulce María hubiese guardado un silencio prolongado. Ella, como si no supiera de encantamientos, puso el brazo en el sofá y le habló de leyes, de artículos y parágrafos. Fue justo en ese instante cuando Emilio sintió que el hechizo estaba legalmente roto y colgó.
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miércoles, 26 de febrero de 2020
lunes, 2 de enero de 2012
La cosa política
La doctora Restrepo tenía un particular estilo político para hacer todas las cosas: hablaba, prometía, negociaba, cuadraba comisiones y finalmente sacaba provecho para sí. Julián, hombre con mente de campo pero con cuerpo de ciudad, la conocía muy bien. Por eso, al llegar a aquella cita, se hizo en un rincón de la oficina y guardó un silencio absoluto que pareció eterno. Al cabo de tres horas, la doctora creyó que estaba hablando sola, y terminó la reunión, según ella, porque no quería enredarse a sí misma.
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