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jueves, 28 de abril de 2011

Edad Otoñal

Hay una edad en la que el mundo comienza a verse en perspectiva; en la que el ser humano empieza a tomar distancia para  empezar a comprender muchas de las cosas ocurridas. Anoche, mientras sentía en mi cara ese calor húmedo y lluvioso propio de los países tropicales como el nuestro, en una habitación de un viejo hotel viví la soledad de quien sabe que es menos el tiempo que le queda por vivir que el que ha acumulado en su sobrevivencia. Por primera vez tuve eso que llaman “mirada panorámica”. Desde la ventana miré la ciudad y la vi ajena, distinta  y lenta. Eran las tres de la madrugada y en las calles la gente desapareció y le dio paso al frío cemento mojado por la intermitente lluvia. Mecánicamente prendí el televisor, pero en sus 130 canales no encontré ninguna compañía. Tampoco la hallé en internet, pues en las salas de chat y en el Messenger solo estaban conectados algunos  extraños con quienes un saludo de dos líneas era demasiado texto para compartir. Miré nuevamente por la ventana del hotel y en cada detalle de aquellas calles que se pronunciaban hacia el infinito empecé a recordar, a soñar y a sentir la verdadera soledad.  Era lunes, Medellín se extendía solitaria cinco pisos debajo de mí, y en la habitación 503 sentí por primera vez que la edad otoñal había llegado.  

domingo, 24 de abril de 2011

Invierno

Las primeras goteras cayeron sobre mi frente. La lluvia se llevó el paseo dominical de los habitantes de los estratos altos y el techo de los que el fin de semana viven  en los estratos bajos con la misma angustia de los días llamados normales. El fuerte aguacero de aquella tarde en Medellín inundó muchos de los barrios de las laderas de la ciudad al tiempo que despejó mis dudas y mis pensamientos frente a la decisión tomada la noche anterior.  Hacer justicia por mi propia cuenta era mi cometido y la pertinaz lluvia que cayó hasta la media noche colaboró con el toque lúgubre al ambiente en el que cometí el delito. A la mañana siguiente, mientras los organismos de socorro recogían a más de un damnificado, un grupo de fiscales levantaba el cadáver de la mujer que jugó con los sentimientos de un hombre del que desconocía su instinto asesino.

miércoles, 20 de abril de 2011

Pelea

En la habitación solo quedaba una mujer de espaldas al mundo. Le hacían compañía una almohada blanca, una lámpara encendida y un radio gangoso que en voz baja vomitaba música popular. Afuera, Medellín recibía temerosa la peligrosa noche mientras que en aquella pieza se escenificaba una sanguinaria lucha entre la mujer y ella misma.