Fadil decidió ser escritor porque la chica linda del barrio dijo alguna vez en una reunión del grupo juvenil que le gustaban los escritores. Él, que estaba a su lado esa tarde y que no veía cómo llamar su atención, concluyó que el camino era ese: escribir. No era bueno para bailar, mucho menos para beber y tampoco para trabajar. No tenía buena voz, no era alto, no tenía ritmo y tampoco dinero. Era tímido, tenía demasiado acné, no era capaz de sostener una conversación con una chica que le gustara y no era bueno para jugar al fútbol. A ella le gustaban los escritores y él se propuso serlo.
De la chica no volvió a saber nada. Le perdió la pista en esos años de juventud. Mientras él peleaba con la gramática, la ortografía y la sintaxis, ella decidió salir con uno de los muchachos que tenía el poder en uno de los combos de la época. Hoy, ella lee sus novelas en silencio, tratando de buscar en ellas una chica del grupo juvenil.
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