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miércoles, 13 de noviembre de 2024

La verdad del viento

 - "Tienes que creerme", insistió Oscar. "Te he contado tres veces lo que pasó y no me crees", agregó, mientras caminaba con ella hacia la playa. 

- "Este habla por hablar", pensó Valeria con la mirada puesta en el infinito.  

- "Es como te lo conté. Yo estaba ahí y lo vi con mis propios ojos; que tú no me creas es otra cosa", agregó Oscar mientras se rascaba la punta de la nariz. 

Se quedaron callados esperando simultáneamente un apunte del otro. Se miraron fijamente. Ella pensó que a pesar de lo ocurrido, todavía seguían siendo pareja y estaban juntos, y eso era lo importante. Miró hacia la izquierda y vio cómo se juntaban el mar y el cielo en el infinito. Él solo repasaba en su mente lo que había visto, escena a escena, para insistirle a ella en su versión.

- "Te lo puedo jurar. Fui a preguntar por ella solo porque me habían dicho que era la única que podía ayudarme a desenredar lo de la cuenta de cobro. Sé la prevención que tienes contra ella, pero necesitaba solucionar ese tema. Por eso fui. Cuando llegué y vi lo que vi, me quedé pasmado. Me petrifiqué y dudé un momento. Ese fue mi error", continuó Oscar. 

Valeria suspiró incrédula. Sintió en su rostro el viento que venía del mar. Cerró los ojos por un minuto hasta que volvió a escuchar la voz de Oscar insistiendo en el "tienes que creerme" que le había dicho tantas veces en los últimos años. 

- "Te juro por lo más sagrado que yo no le insinué nada. Te lo repito: ella estaba sola en esa oficina. Se subió un poco la falda y se abrió el escote de la blusa".

- "No insinuaste, pero hiciste", murmuró Valeria mientras seguía absorta mirando hacia el mar.  

- "¡Que no!, mujer por Dios. Ella tenía todo preparado. Si miras bien la foto verás que solo me acerqué un poco y que tengo cara de desconcertado. Es lo único que se ve. Lo demás es una película que ella se inventó con maldad para acabar con lo nuestro, y tú caíste en su juego", afirmó Oscar con total seguridad. 

Durante casi dos horas, Oscar continuó expresando sus argumentos mientras Valeria, sentada en la playa, decidió escuchar solamente el viento que venía del mar. "El viento", se dijo a sí misma, "sopla donde quiere y siempre dice la verdad". Oscar la miró tan absorta, que prefirió no seguir insistiendo y se retiró caminando despacio sin saber a dónde ir. Han pasado cinco semanas, ella sigue en la playa mientras él deambula por los rincones del pueblo tratando de encontrar a quién contarle su verdad.