Teresa era una mujer soltera, joven, atractiva y sin dificultades económicas; pero su vida era vacía, amarga y triste. Sus ojos y su rostro ocultaban un drama interno generado por un espejo. Era una mujer inconforme consigo misma, como casi todas en el mundo; pero siempre estuvo convencida de que su drama era único y especial. Quizás por ello, intentó salir de aquella piscina de llanto en la que se ahogaba y prefirió undirse en un mundo virtual que ella misma construyó para que aquel espejo no le devolviera una imagen que nunca aceptó: la de una mujer feliz con una soga al cuello.
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jueves, 19 de mayo de 2011
viernes, 29 de abril de 2011
En el espejo
La mujer del espejo no era la misma. Nunca lo era, pero aquella mañana las diferencias eran extremas. La del espejo era vieja, se veía estresada, desilusionada y triste. La que miraba apenas tenía 26 años, había disfrutado de una noche de placer y vinos, y estaba feliz por la propuesta que había recibido de Andrés. La del espejo no tenía aspiraciones, sólo angustias; eso decía su rostro. La que miraba se llamaba Laura, recién había terminado sus estudios de especialización y tenía un trabajo estable. Ambas eran la misma, pero eran muy diferentes. La que miraba estaba extrañada, la que era mirada estaba ensimismada. Así pasaron varios meses. Un día, la mujer del espejo estaba en él, mirando a Laura, que había sufrido una terrible decepción.
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