El frío era terrible. Eran las 2:30 de la mañana y Maritza seguía congelada en su cama con el control remoto en la mano, dándole vueltas a los canales de su televisor. Fue a la cocina, se preparó una aromática y de paso para la cama, sacó una cobija más del armario. A las 4:00, decidió tomarse un brandy, que calentó su espíritu pero no su cuerpo. Aquella noche la pasó en vela, entre ansiosa y angustiada, esperando el calor de un amante que nunca llegó.
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