Sebastián estaba ensimismado con su nuevo Black Berry. Visualizaba videos, escuchaba sonidos, enviaba mensajes, recibía correos e imponía nuevas marcas en sus variados juegos. Entró al mundo de la tecnología gracias a ese regalo de su novia Sofía, con quien se casaría en 10 meses. Metido en una nueva vida virtual perdió la noción del tiempo. Sin darse cuenta, dejó de hablar, perdió la sonrisa, no volvió a salir y comenzó a padecer el síndrome del pulsador. Cinco años después, se desconectó. Salió de su adicción. Sofía había desaparecido y el mundo real había cambiado a una tecnología más amigable.
Oso estos cuentos me gustan. Te veo bien.
ResponderEliminarMil gracias socio
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