Cuando llegué al piso 43 miré para abajo. Las personas parecían hormigas y los carros pequeños juguetes. Sin avisar, el vértigo me atacó y no me dio tiempo de reaccionar. A pesar del fuerte mareo, seguí subiendo lentamente, sin saber cuándo encontraría la terraza a la que pienso llegar para jugar con los carros de juguete que llevo en el bolsillo.
Yo subo con gusto cada piso, detenerse o quererse devolver me parecería un castigo...la juventud es un mal chiste que entendemos justo cuando todos terminan de reírse (ojo, no te estoy diciendo viejo). Y al llegar a la terraza, a disfrutar de la vista :)
ResponderEliminarjajaja buena interpretación. Y no estoy viejo, pero sí arriba del piso 50
EliminarUn poco bizarro.
ResponderEliminarBizarro de valiente o de raro?
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