Desde aquella tarde de abril en la que entró al hospital, sintió que el tiempo corría más despacio. Demasiado lento. Nunca supo lo que realmente tenía, de lo que siempre estuvo seguro fue de querer salir corriendo de aquellas paredes blancas, pero nunca pudo hacerlo porque sus piernas también se movían en cámara lenta.
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